viernes, 13 de enero de 2012

SENSUS ECLESIAE (1a. PARTE)

Desde Roma se puede palpar la universalidad de la Iglesia, que a pesar de las distancia podemos darnos cuenta que nos une la misma fe. Es en la ciudad eterna donde el mexicano, el japonés, el que vine de medio oriente, el vietnamita, el africano, los habitantes de países nórdicos y de todas las islas de Oceanía, se unen en torno a un mismo Señor, y a su Vicario aquí en la tierra. Asisten a los lugares santos e históricos, para adorar al Dios verdadero y venerar a los santos, a la Bienaventurada Virgen María, a los mártires y todos aquellos testigos del amor del Creador.

Ahora bien nosotros podemos preguntarnos, porqué vienen a conocer a San Pedro, porque son dispuestos a esperar en fila bajo el sol para entrar. Aunque muchos no conocen nada sobre la Iglesia al mismo tiempo son atraídos por lo que la Iglesia ha hecho. Por el modo en el cual ha plasmado su fe en la belleza. Quizás algunos se marchan de San Pedro sin ser tocados, pensando que es una cosa más en el tour para su lista de cosas vistas. Pero siempre habrá otros que se preguntan el porqué de todo esto, qué movió a tantos hombres de tantas generaciones a levantar y mantener este templo sobre los huesos de un pobre pescador ajusticiado. En algunos se les abren  preguntas sobre la Iglesia, y una vez que una persona comienza a preguntarse sobre la Iglesia no  queda  indiferente.    

Y es que nadie que toma a la Iglesia en serio no puede quedar  indiferente. Algunos quizás la perseguirán a veces con violencia y sangre, y en la sociedad occidental es más común la persecución, que, aunque no es con armas, no es menos  real. La Iglesia se encuentra acosada por presiones políticas de todo tipo y su doctrina acusada de ser retrógrada y contraria a los derechos humanos, especialmente cuando la Iglesia defiende los derechos de los no nacidos y la integridad de la familia basada sobre el matrimonio.

Los críticos de la Iglesia la acusan de ser contra la razón, contra la ciencia, y contra la libertad del hombre. Es irónico, por no decir trágico, que quienes acusan la Iglesia de ser anti intelectual se olvidan que son catedráticos de universidades fundados por la misma Iglesia. Se olvidan que ninguna institución ha hecho tanto para forjar la civilización occidental moderna. No se puede escribir la historia del arte, arquitectura, y de la música, la historia  del derecho sin tomar en cuenta el papel de la Iglesia.
  
Por ejemplo, el conocimiento del mundo antiguo sería mucho menos si no fuera por innumerables generaciones de monjes que copiaban los textos de una civilización ya muerta. Muchas de estas obras eran de autores paganos y sin embargo los monjes las copiaban y las conservaron. Sin los monjes probablemente no hubiéramos conservado gran parte de las obras de Platón, de Cicerón, de Julio César, e incluso obras de teatro, de poesía, y tratados sobre la arquitectura como el de Vitruvio que influyó tanto en el renacimiento. Tampoco sabríamos mucho del derecho romano que forma la base de los sistemas legales de muchos países.
El hecho es que apenas ha sobrevivido alguna hoja suelta de estas obras desde la época romana y casi todo es todavía conocido gracias a la labor de los monjes copistas.

La misma ciudad de Roma debe su sobrevivencia a la Iglesia. Si no fuera por el Papado es muy probable que hoy, si es que existiera una civilización moderna capaz de turismo, la gente visitaría Roma como hoy visita las ruinas de Babilonia, Egipto o Machu Pichu, reliquias de una civilización extinta.

A los monasterios medievales se debe también el desarrollo de la agricultura y la artesanía. La rotación de las plantas para conservar la tierra, técnicas para la crianza de ganado, la apicultura, la fabricación de queso, la hidráulica y la metalurgia progresaron mucho bajo los monjes... (continuará)

Por Emmanuel Avila Romero (Corresponsal en Roma)
            

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